Un recuerdo llamado Dominga

“No a Dominga”, el grito virtual y callejero resonó con fuerza, no sólo en la comuna de La Higuera, sino que en todo el país. Unas horas antes, la Comisión de Evaluación Ambiental de la Región de Coquimbo aprobaba el polémico proyecto minero.

La iniciativa de Andes Iron, la empresa de Carlos Alberto Délano, amigo y socio de Sebastián Piñera, ha naufragado por casos de corrupción, lobby desmedido, objeciones ministeriales, crisis políticas, presiones de la élite, oposición científica y rechazo ciudadano. Y a pesar de todas estas dificultades, quiere continuar su camino pedregoso, algo que a esta altura se entiende como una insistencia casi patológica para recuperar algo de los US$2.500 millones de inversión

Esta nueva polémica se da en un contexto diferente al ya lejano 2017, cuando su rechazo provocó la salida de dos ministros en los resabios del segundo gobierno de Bachelet. Ahora la calle demanda, la ciudadanía se hace presente, no sólo con aquellas iniciativas que se vinculan con su territorio, sino que con cualquier proyecto industrial que escapa al paradigma social de los próximos 30 años.

Porque el nuevo entramado social, complejo y diverso, tendrá como eje articulador la crisis climática y la política sustentable. Es en ese escenario que el modelo extractivista, que tuvo auge y consolidación, sin contrapeso, en tiempos del neoliberalismo, está muriendo. Lentamente se dará paso a una economía que privilegiará el desarrollo de la ciencia, la innovación y la tecnología, dejando relegada en un nivel secundario, todas aquellas instancias donde el recurso natural se vea amenazado.

En estos nuevos tiempos, la sociedad se construirá en forma colaborativa, primarán las relaciones horizontales y el consenso en la búsqueda de las soluciones. Esa visión que nos acompañará, irá desplazando la cultura que maximizaba las ganancias y la imposición de la economía por sobre las personas, perspectiva que no comporten miembros de la élite económica y representantes del mundo minero que, binariamente, siguen insistiendo que todo cuestionamiento es la negación a ese mundo.

Si bien quedan escenarios judiciales por dilucidar, el futuro de Dominga está escrito, las posibilidades de que vea luz verde y comiencen las faenas son nulas. La comunidad y las organizaciones medioambientales seguirán judicializando el proyecto, mientras que la demanda ciudadana seguirá recorriendo el mundo de la protesta digital y el tema irá escalando, hasta convertirse en un tema de interés global.

El proyecto de la familia Délano quedará en el recuerdo, será resistido por una gran parte del país, no tendrá espacio en la nueva constitución que se escribirá con letras de territorio, medio ambiente y desarrollo sustentable, además de no tener cabida en la agenda económica y política del próximo presidente o presidenta que guiará los destinos de nuestro país.

En los próximos días se intensificará la ofensiva comunicacional de Andes Iron, los agoreros del miedo vaticinarán el descalabro económico, el Gobierno mirará con desidia y complicidad, mientras que el candidato de La Moneda se llenará de lugares comunes para complacer a sus financistas. Todo este escenario será en vano, el polémico proyecto minero Dominga no verá la luz y solo quedará como el último intento de la élite económica que tuvo, en el neoliberalismo, la oportunidad de generar su riqueza sin importar el desarrollo armónico y sustentable de Chile.

#Opinión

Fernando Miranda

Socio y Periodista