Corría un sábado de julio del 2020 y Enrique Paris invitaba a un grupo importante de periodistas para tomar su consideración, ad portas de la implementación del Plan Paso a Paso. El ministro, que tenía a su haber diversas acciones que lo diferenciaban de su antecesor, Jaime Mañalich, abrió el diálogo y tomó nota de cada una de las consideraciones planteadas por los profesionales de la comunicación.
Cómo dar a conocer la medida, consensuar plazos y hacer más efectiva la iniciativa del gobierno, fueron algunos de los puntos abordados en la reunión virtual. El ministro tomaba nota y la subsecretaria Daza, respondía las preguntas. Enrique Paris, en pleno encuentro, señalaba su oposición a las cuarentenas dinámicas, además de anunciar que este tipo de encuentros también se realizaría con otros actores y organizaciones sociales y que la puesta en marcha sería en las próximas tres semanas.
Toda esa genuina construcción colaborativa, quedó en nada. Sólo un día después, el presidente Piñera anunciaba la implementación del ya famoso Plan Paso a Paso. La reunión fue infructuosa, los consejos no fueron tomados en cuenta, los plazos no se cumplieron y todo el esfuerzo del novel ministro, de aperturar el diálogo, quedó en nada, dejando en evidencia que el trabajo colaborativo no es algo que la actual administración lleve a cabo.
Casi un año después la tónica es la misma. El Colegio Médico se retiró de la Mesa Social Covid, al percatarse que “se establece en un espacio (“Mesa COVID”) cuya composición y argumentos para la toma de las mismas son desconocidos y de los cuales ni siquiera existe registro”, el Pase de Movilidad fue puesto en marcha a pesar de todas las objeciones de las agrupaciones médicas y científicas, y se insiste en la apertura de los colegios a pesar de la resistencia de profesores y apoderados. Mientras tanto, el país se encuentra a pasos de la temida tercera ola, con un promedio de 7.200 casos de covid en los últimos siete días y con tres regiones del país con un récord de los casos activos, mientras que la Región Metropolitana alcanza la cifra más alta en casi un año.
Quien gobierna la pandemia normaliza la crisis, mira con desidia a las 110 personas que han muerto, en promedio, los últimos siete días. Coloca sus energías en el premio farandulero de la subsecretaria, en el llanto del ministro, en los saludos autocomplacientes con los medios afines al gobierno, en la nula autocrítica y en los comentarios epidemiológicos de los ministros de Economía y Educación.
Poco se habla de la ocupación del 100% de las camas críticas en la Región de Coquimbo y del 98% a nivel nacional, tampoco de las enfermedades estacionales que llenarán, en las próximas semanas, las unidades de urgencia del país. Menos de la nula fiscalización de las fuerzas de orden, del letargo del estado de emergencia y de la poca efectividad del toque de queda. Todo se remite al plan de vacunación como la panacea de esta crisis, pero el fin de la pandemia parece cada vez más lejano.
En los próximos días, el gobierno llenará todos los espacios posibles con autocomplacencia, trivialidades y lugares comunes. Mientras eso suceda, más de 100 chilenos fallecerán día a día por Covid-19, aumentando la lista de las 29.937 personas muertas a causa de la pandemia. El dolor se seguirá extendiendo, aunque para algunos eso no es lo relevante, lo importante es nivelar las cifras e impulsar el país, porque para su forma de ver el mundo, lo trascendente y el legado es la estabilidad y las cifras económicas. El tiempo los juzgará.