

El 9 de julio de 1977, en un acto propagandístico, 77 jóvenes ascendieron, antorcha en mano, al Cerro Chacarillas, para homenajear a la misma cantidad de soldados caídos en la Batalla de La Concepción. El acto fue organizado por Jaime Guzmán y Cristián Larroulet, entre otros.


Para revelar un acto al que “no se le había dado la profundidad necesaria” y “culminar con la obsesión que significaba este acto ritual”, @ArroyoGuido y @FRF077 escriben y publican, bajo el sello @AlquimiaED, el libro “Chacarillas: Los Elegidos de Pinochet”.
En conversación con NYC, los autores abordan el proceso creativo y las consecuencias de este acto, para la consolidación de la dictadura cívico militar y del modelo económico, lo que para los autores se trató de una “contrarrevolución neoliberal asquerosamente efectiva”.
A juicio de Arroyo “más allá del rito, que en sí es anecdótico y que tiene una iconografía filofascista de carácter simbólico ritual, la importancia que tuvo el acto se basa en que sostuvo a la dictadura cívico militar y sirvió para fundar un nuevo orden”.
Para Reyes, “en el acto de Chacarillas, Jaime Guzmán despliega por primera vez, en el discurso que escribe para el dictador, los cuatro pilares fundamentales que iban a interiorizarse en la Constitución, de esa forma se sientan las bases de lo que nos rige y aqueja hasta hoy”.


Los autores sostienen que la puesta en escena, con los 77 jóvenes subiendo el cerro con antorchas en sus manos, “es el espacio en el que por primera vez Guzman, públicamente, anuncia plazos, los cuales venía pensando desde el 12 de septiembre de 1973”.
Sobre la trascendencia del acto de Chacarillas, Felipe Reyes señala que “Pinochet antes de morir, lo recordaba como el discurso más bello y emotivo en su trayectoria dictatorial. En este discurso le pasa la posta a la juventud en torno al relato aplastante de la dictadura”.
Acerca del proceso creativo, Guido Arroyo señala que “es una crónica literaria que se trabaja como investigación periodística, donde se aborda simbólicamente el hecho, ya que siempre se habló del acto anecdótico, pero no de la importancia que tuvo para el relato dictatorial”.
La creación del libro se realizó con información dispersa, dándole sentido a través del orden, la sistematización y la organización en torno a un relato, el cual se relaciona con el interés superior y ese es mapear a la gente que participó estableciendo una ruta de seguimiento.
“Pinochet entiende, prontamente, que era muy necesario e importante tener a los jóvenes, una parte de ellos, porque serán quienes continuarán con el legado (…) la única forma era preparar a esa nueva generación a la cual se le iba a entregar el poder”, señala Guido.


Felipe Reyes afirma que “al establecer el mapeo de los participantes en el acto, muchos de ellos se relacionan con las privatizaciones del Estado. Al final, esos mismos se quedan con las empresas públicas, la educación, las isapres y esa es la generación que está en el poder”.
Añade Reyes que “este acto, que se tildaba como una anécdota de la dictadura, es fundamental, tiene un significado muy importante porque sus participantes detentan el poder económico y político, y son ellos los que hoy son parte del problema”.
El libro ahonda en estas relaciones entre el simbolismo dictatorial y las estructuras de poder que se forman, “elementos que son fundamentales porque como lo dijo Guzmán, es la generación que se preparó para perpetuar el legado de la dictadura”, sostiene Reyes.
Para @arroyoguido eso cobra significancia, “cuando vemos que existe una generación que se esfuerza tanto en defender el modelo y la constitución, entonces este acto, que parecía olvidado, es fundamental para entender lo que estamos viendo hoy en día”.
“Chacarilla -sostiene Arroyo- fue una especie de graduación política, porque personajes como @PatricioMelero, Coloma, @CLarroulet o el mismo @LavinJoaquin, adquieren un poder que crece a la sombra del dictador, entonces no era un acto tan inocente”.


Sobre los cimientos en los cuales se sostiene la derecha actual, los autores señalan que son los mismos que se plantearon en el acto de Chacarillas: “la figura de autoridad, el conservadurismo moral, religioso y corporal, que siguen inoculados en la actualidad”, señala Arroyo.
Refiriéndose también a cómo permea ese simbólico acto en la conformación de la actual derecha, Felipe Reyes expresa que “acá hay una derecha anómala, cavernaria, enlazada con el pinochetismo y con una vinculación hacia una noción moral religiosa anquilosada”.
Añade Reyes que “el gran problema de este país es el pinochetismo. No me atrevería a hablar de una derecha pinochetista, creo que se diluye esa frontera, pero sí creo que el gran cáncer que tiene este país es el pinochetismo, que nos tiene con la actual crisis”.


“Esta rara entelequia que llamamos derecha pinochetista, se generó en la violencia, como fue el golpe de estado, con dispositivos de vigilancia que eliminaron cuerpos para diluir la evidencia y un conservadurismo atávico de otra época”, añade Arroyo.
En relación a la derecha y el modelo, Felipe Reyes señala que “estamos asistiendo a un agotamiento y a un desgaste total del modelo. La sociedad transversalmente atisba que todo era una falsedad de la clase gobernante y que la única que quedaba era la protesta”.
Guido Arroyo argumenta que “si un modelo se inocula con violencia, la única manera lógica de romperlo radica ahí. Entonces es en ese momento cuando el uso de la violencia y su uso legítimo cobra interés. Lo que uno puede atisbar es que el modelo ha llegado a una finitud”.
La relación entre el acto de Chacarillas y el Chile actual tiene como punto convergente el estallido social, el que a juicio de Felipe Reyes “es un proceso donde no hay vuelta atrás, se debe ir hacia adelante, generar cambios y eso me parece espectacular”.
Sobre el futuro Guido Arroyo sostiene que “estoy de acuerdo que existe un cambio social, uno que viene desde lo micro y desde la actitud de las personas. Hay una idea de comunidad, de cohesión, de ubicarse en una misma vereda que antes no existía”.