Solo diez días transcurrieron, desde la victoria de Sebastián Sichel en las primarias de julio pasado, para que las relaciones en el oficialismo se rompieran. Aún no terminaba la resaca de la celebración del candidato de La Moneda, para que el otrora demócratacristiano advirtiera "voy a estar mirando quienes apoyan para cuando después pidan apoyos de vuelta en las campañas".
En su afán de ordenar al oficialismo, dando por entendido que la victoria le entregaba en forma inmediata el liderazgo de la derecha, Sichel advierte a los parlamentarios oficialistas y estos en su ya tradicional insurrección le cierran la puerta, porque entienden que el retiro de los fondos previsionales es una elemento de campaña muy útil para congraciarse con el electorado.
El candidato de la derecha, de Chadwick, Piñera y los empresarios, trata de golpear la mesa, pero no entiende que en Renovación Nacional y en la UDI, en estos momentos, se está disputando el control y poder interno, están reestructurándose desde lo ideológico, porque los dos elementos que les daban forma y sustancia, el neoliberalismo y la constitución de Jaime Guzmán, están agonizando.
La estrategia del candidato naufraga, se comienza a entrampar, no tienen sustento ni respuesta. Lentamente el tema del 10% se comienza a levantar como un muro infranqueable, primero la amenaza, después la oposición a la medida y cuando todo parecía resuelto se pone en entredicho la consecuencia del exministro de Desarrollo Social quien se opone a la medida de retiro, pero ya hizo uso del primero de ellos.
La performance comunicacional, a partir de esta inconsistencia, es pobre, no resiste la presión, buscó espacios en debates morales inexistentes y cuando todo su equipo, ministros y hasta el propio presidente transparentaron la situación, tuvo que ceder, no sin antes presentar un proyecto de retiro total, mezcla de oportunismo y campaña del terror.
El comando del contendiente a La Moneda mira con pavor lo ocurrido en los últimos días, no solo por el virtual acercamiento del candidato del ultraderecha en las encuestas, algo más efectista que efectivo, sino que por la nula respuesta a partir del primer debate presidencial (el cual cambiará de formato por presiones de Chadwick), de los temas trascendentes que guiarán las políticas públicas en el próximo lustro.
El retiro del 10% se transformó nuevamente en un escollo insalvable para el gobierno y el oficialismo. El primero con la demostración palpable del nulo liderazgo del presidente al interior de la coalición, el segundo con la oposición a la iniciativa, para después generar una propia y el tercero con la negación del Tribunal Constitucional al requerimiento de Piñera, en un fallo que tenía poco de jurídico y mucho de sentido común.
Sichel está maniatado por los apoyos que recibe. El mundo demanda medidas concretas que modifiquen en forma radical el sistema neoliberal, con el que nos construimos en los últimos cuarenta años, y él no puede responder a ese llamado. Las cadenas que lo sostienen quieren preservar ese mundo desigual y él no tiene, al parecer, más remedio que acatar.