Los candidatos se parapetan tras el estrado. Al otro lado, los periodistas, toman un protagonismo mayor al que recomienda la formación profesional, desean y quieren ser más importantes que los entrevistados. Los temas discurren entre la letanía de las respuestas ya sabidas y las manifestaciones de querer diferenciarse del resto. El día feriado es propicio para conocer y confrontar a los candidatos del oficialismo.
Desbordes y Lavín se hermanan, mientras Briones y Sichel, pretenden ser la antítesis del arquetipo de la derecha tradicional. La conversación se desarrolla con las ya consabidas fórmulas para combatir la delincuencia y la reactivación económica, todos se transforman en una fuente inagotable de ideas y olvido, porque lo que deja el debate es esa desafección por el gobierno. Pero, sobretodo, por el presidente Piñera, sabiendo que cualquier atisbo de cercanía significaría el descrédito total, algo que escapa a la lógica de la política tradicional, y que nos reafirma el nulo papel que juega el mandatario al interior de las coaliciones de gobierno y del ideario de los candidatos.
Parece ser que los candidatos vienen de un mundo paralelo, todos tienen la receta para resolver la compleja situación económica de las personas que han sido afectadas por la pandemia, dejando en el olvido las declaraciones acomodadas y el abrazo vergonzoso en el cual se estrecharon dos de ellos, cuando se esforzaron para que la ayuda en época de pandemia fuera solo de $60 mil.
Los tiempos no están para recomponer confianzas y volver a las raíces. Como una costumbre de la derecha política, se opta por el pragmatismo, dejan de lado cualquier llamado a las raíces, sabiendo que los tiempos que se avecinan son épocas de cambio; por eso todos enarbolan las banderas de la socialdemocracia, las propuestas se alejan de lo planteado hace cuatro años. Antes era menos Estado, ahora hay que robustecerlo; en el pasado se debía bajar la tributación para incentivar la inversión, ahora lo importante es recaudar el 3% del PIB en impuestos, para sostener la ayuda social; cuando se hablaba de menos democracia y territorio, ahora se pregona participación y descentralización. Las épocas no están para parapetarse en lo ideológico, esa batalla es de las cúpulas partidistas, lo importante es llegar con alguna chance a la papeleta de segunda vuelta.
Los vientos de cambio dentro de la derecha, solo permiten que las directivas se concentren en la detención del poder y no en los espacios que hay que cubrir en el mapa político, porque después del debate, queda claro, la derecha giró al centro, que el espacio que cubría la derecha tradicional y gremialista está vacío, nadie es capaz de ocuparlo. Entienden que la transición del próximo gobierno, que dará paso a 30 años de una nueva realidad, no puede llevarse a cabo con las ideas de los “halcones” de la UDI, ni con la mirada tradicional del sector conservador de RN, hay que generar un cambio y eso es caminar unos pasos y colocarse al centro.
Los candidatos saben que deben dar un vuelco a su relato, quedarse en el discurso de antaño y no entender los cambios, significa, como ya es una costumbre, que la derecha fracase nuevamente en la siguiente elección y que el paso a una segunda vuelta se transforme en una quimera.
PD1: Mañana asumen los alcaldes, se esperan nuevos aires, más territorio y participación.
PD2: Será la semana de los constituyentes. Los plazos son acotados y el proyecto importante. Hay que dejar de lado las minucias y centrarse en una carta magna que represente los cambios de los nuevos tiempos.
PD3: Variante más variante menos, es necesario una reformulación en la estrategia sanitaria (se debió realizar hace un año). La comunicación de riesgo no se puede sostener en las mentiras y los errores.